Ellos construyen, moldean, cimientan, siembran y conducen los conocimientos fundamentales para el futuro de los niños y adolescentes.
Ser maestro no es nada más cubrir un horario de trabajo, ni cumplir con los contenidos del programa escolar. Es ir más allá, ¡Formar gente provechosa y exitosa!
Ser maestro es pulir, cincelar y diseñar con paciencia y tolerancia las habilidades de cada alumno. Haciendo con ello una obra de arte universal.
La dignidad del maestro es mantener su ética profesional y responsable en bienestar de su propia actitud personal y educativa.
La dignidad del maestro se cultiva, se abona, se alimenta, se enriquece y se valora, con sus propias acciones.
"Recuerda maestro el ejemplo es la lección que más se enseña"
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